sábado, 24 de mayo de 2014

La defensa del Estado del Bienestar es el pilar para la construcción de una alternativa en Europa

Las políticas de austeridad y recortes impuestas por la Troika y adoptadas alegremente por los gobiernos de la UE no hacen más que certificar la tendencia neoliberal de las últimas décadas en Occidente. Si desde que Reagan y Thatcher inauguraron el ciclo de neoliberalismo en los 80, el Estado del Bienestar ha ido disminuyendo y las condiciones de vida de la mayoría de la población han sido cada vez más precarias (o no, pero a costa de grandes deudas personales), la respuesta a la crisis en forma de doctrina austeritaria está acabando definitivamente con él.

Las políticas de recortes han destruido los pilares básicos de la sociedad del Bienestar (educación, sanidad y servicios sociales) y reducido derechos laborales y libertades civiles. Este hecho ha agravado la situación en que muchas personas vivían debido a la crisis, y en vez de darles cobertura social, las ha dejado prácticamente sin recursos para poder vivir y sobrevivir, causando un incremento brutal e injustificado de la pobreza, y haciendo de una crisis económica una crisis humanitaria.

Rescatando el sistema financiero sin ningún tipo de penalización, regulación ni contrapartida, los gobiernos europeos han aceptado pagar la fiesta de la especulación de los que han causado la crisis, socializando sus pérdidas, comprometiendo y supeditando el patrimonio colectivo y la garantía pública a los intereses de una minoría. Después de que los Estados (es decir, toda la ciudadanía) hayan tenido que pagar una factura tan alta para tapar el agujero del sistema financiero, se nos dice que el problema es la deuda pública y que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades" y por tanto, la respuesta es recortar. Se nos dice que debemos hacerlo porque sino "los mercados" no nos prestarán dinero. No deja de ser perverso que además de pagar la gran deuda de los bancos con un coste cero para ellos, sea ahora el propio sistema financiero quien chantajea y pretende dictaminar las políticas públicas.

Que el Estado del Bienestar es insostenible es una afirmación rotundamente falsa. El problema no es un sistema educativo universal y público que garantiza el derecho al conocimiento y al espíritu crítico, o el acceso de todas las personas al desarrollo de sus capacidades personales para un futuro mejor y una democracia más reforzada. El problema no es un sistema sanitario universal y público, que garantiza el acceso al cuidado en caso de enfermedad y una vida saludable a la gente. El problema es un sistema capitalista desregulado y antidemocrático, que logra imponer las medidas de austeridad en contra de la mayoría de la población, beneficiando a los de siempre. El problema es una Europa que esconde este sistema bajo un complicado entramado burocrático que dificulta la rendición de cuentas y los debates ideológicos.

Que la alternativa a la austeridad no exista es también una falacia. La austeridad es la opción política de las élites financieras que quieren seguir haciendo millones a costa del sufrimiento de la gente. Y porque saben que una economía capitalista aguanta mucha desigualdad y se aprovecha de ésta, como sucede en Estados Unidos, en la India o Latino América.

La defensa a ultranza del Estado del Bienestar europeo ha de ser el centro de nuestras luchas para construir una alternativa en Europa. Lo hemos de defender desde el internacionalismo, entendiendo que el capital actúa en todo el mundo y por lo tanto la solución de la crisis de la deuda requiere una modificación del sistema financiero internacional y de cómo lo enfocamos a favor de las personas.



* Este texto lo escribí junto con Delfina Rossi y fue originalmente publicado en el periódico digital iSabadell.

viernes, 23 de mayo de 2014

Deuda y paro: un cuento sobre la juventud en el Sur de Europa

El endeudamiento de las familias ha sido un tema de creciente preocupación en la esfera política, económica y social durante la última década y no sin fundamento. Al fin y al cabo, fue el repentino aumento de las tasas de impago de los créditos hipotecarios americanos (concretamente de las hipotecas subprime) lo que encendió la llama del sistema financiero desregulado y se transmitió a través de sus cadenas altamente interconectadas causando una crisis económica de dimensiones globales.

Al mismo tiempo, se ha constatado un crecimiento de la desigualdad en todas las economías desarrolladas. Al margen de cuanto se pueda extender una crisis económica, también tiene un impacto desigual sobre distintos grupos de personas, siendo los más débiles aquellos que se enfrentan a sus peores consecuencias. Entre éstos, las personas jóvenes, que se encuentran en pleno desarrollo vital y educativo, somos particularmente vulnerables al empeoramiento de sus condiciones económicas. En la Europa del Sur y en las últimas décadas, los jóvenes han tenido acceso mayoritariamente a empleos precarios y, a pesar de ser la generación mejor educada de la historia, varios estudios señalan que somos también la primera generación que debe enfrentarse a peores perspectivas vitales que la de sus padres y madres.

En un entorno de empeoramiento de las condiciones de vida, el aumento del endeudamiento de los hogares ha permitido un incremento sostenido de la demanda de consumo, que ha constituido el mayor impulso al crecimiento en un buen número de países, especialmente en la Europa de Sur. Se han señalado diversos factores para explicar este aumento brutal del endeudamiento de los hogares, pero a menudo se han descartado los aspectos relacionados con la desigualdad y la distribución.

Sin embargo, cada vez más autores reconocen la importancia del aumento de la desigualdad, y que este factor que tiene mucho que ver con la creciente deuda privada de los jóvenes en la Europa del Sur. Persiguiendo el sueño capitalista, las personas jóvenes han intentado tener más estudios que sus padres, tener mejores empleos, ganar más dinero y garantizarse un futuro mejor. Pero frente a la disminución de los salarios reales y el debilitamiento de un Estado del Bienestar redistributivo, los hogares jóvenes han sido empujados a contraer grandes cantidades de deuda, hipotecando su propio futuro para poder contar la historia de éxito de su generación.

*Este texto es la introducción a un artículo en inglés para una publicación de la Federación de Juventudes Verdes Europeas.